Muchísimo más (So Much More Spanish Edition) Introducción
Desde que era una niña en Mayagüez, Puerto Rico, soñé con ser escritora.

Cuando tenía seis años, uno de los tres regalos que les pedí a los Reyes Magos —los tres sabios que visitaron a Jesús al nacer cargando las ofrendas de oro, incienso y mirra— fue una máquina de escribir. Aquella máquina de escribir roja que me compraron en Sears fue la primera de las cuatro que tuve.

Escribía diarios, y también largas cartas a amistades lejanas. Me encantaba componer ensayos en mis clases de inglés. Nada era tan fascinante como enfrentarme a la página en blanco y dejar que los pensamientos guiaran mi pluma.

Una vez le dije a mi maestra de inglés de la secundaria, Misis Mora, que algún día sería escritora. Pero, más allá de las palabras, vivía obsesionada con toda la parafernalia para escribir: plumas, tinta y cualquier tipo de papelería. Creo que gracias a mis compras se mantuvo abierta por muchos años la tienda de papelería del centro comercial Mayagüez Mall. Cuando, a los diecisiete años, entré a la universidad, pasé directamente a las clases avanzadas de inglés por todo el tiempo que me había pasado escribiendo en la secundaria.

Sabía que escribiría un libro sobre mi vida; pero también sabía que antes tendría que vivirla. Sin importar desde qué ángulo, siempre pensé que el tema central sería lo que llamo “mi vida de unicornio” —una vida plena, repleta de eventos sexis y momentos de película (al estilo Hollywood)— que me harían agradecer estar viva y a gusto en mi propia piel.

Un día, mi profesor de Gestión Organizacional en la universidad nos pidió pensar en qué era lo que nos definía a cada uno, y que escribiéramos una biografía de cinco mil palabras con ese tema. La tarea me animó a escribir una propuesta de libro de veinte páginas —este libro narraría mi vida hasta ese momento—. Nunca entregué mi propuesta, tampoco escribí el libro durante mis años universitarios. Sabía que no era el momento adecuado. Necesitaba experimentar muchísimo más antes de poner manos a la obra.

Veinte años más tarde, finalmente presenté mi propuesta de libro, aunque ya para entonces la historia de mi vida era muy diferente de la que había pensado escribir en la universidad.

¡Nada es más impredecible que la vida misma!



Apenas dos años después de casarme con Nick, el amor de mi vida, en una de las bodas más idílicas, y embarcándonos en lo que creí de todo corazón que sería la famosa “felicidad para siempre”, recibí una noticia que cambió mi existencia: tenía cáncer. Y no un cáncer conocido —porque en mi vida nada es común ni corriente—, sino un tipo raro, poco investigado y potencialmente mortal llamado sarcoma. El sarcoma es considerado un cáncer “huérfano” por haber sido diagnosticado a menos de 200,000 personas en los Estados Unidos. O sea, me había ganado el premio gordo de la lotería del cáncer, ¡un premio que nadie desea ganar! Como podrán imaginar, mi mundo dio un gran giro.

Las horas con el amor de mi vida, Nick, se convirtieron en una bomba de tiempo hecha de instantes y recuerdos que queríamos compartir antes de que fuera demasiado tarde. Nuestra travesía en este mundo tomó la precedencia: nada ni nadie más tenía importancia. Ya no se trataba de planear el futuro, sino de vivirlo. Así, Nick y yo, juntos, descubrimos una nueva forma de vida “normal” mientras intentábamos hacer del tiempo que nos quedara algo extraordinario. Pasar el resto de mis días en mis propios términos me recargó de energía —y no iba a permitir que ninguna enfermedad, los doctores, las amistades, la familia ni los extraños bien intencionados me dictaran cómo pasarlos—.

He viajado, he leído, me he divertido, he bailado; he amado y he sido amada. Durante casi dos años he escrito este libro, que narra cómo Nick y yo creamos una “lista de vida” de momentos brillantes y efervescentes, que insistimos en pasar juntos, pase lo que pase. Y también, en el interín descubrí algo infinito, mucho más brillante que todo aquello que creí posible en la vida. Mi campo espiritual se amplió. Había algo en mí que no podría definir, una guía divina que intervenía a cada instante en mis pensamientos y en mi vida. ¡Esa era la historia que debía contar!

Debo decir, además, que siento que mi historia es importante no porque sea mía, sino porque narra cómo todos debemos buscar alegría en medio de los conflictos y los desafíos. La vida es algo que nos ocurre a todos, y cuando es desgarradora, puedes elegir entre dejarte vencer por el abatimiento que sientes, o mirarla fijamente y dominarla con amor y buenas intenciones. Para mí, el cáncer fue el mayor desafío, pero para ti puede ser vivir con una enfermedad crónica, sufrir de ansiedad, perder a un amigo, a un familiar o el trabajo de toda tu vida, enfrentarte a un divorcio o que te rompan el corazón en un millón de pedacitos.

Mi mayor deseo es que estas memorias inspiren y le levanten el ánimo a aquellos que luchan con sus propios desafíos, especialmente los relacionados con la salud, o a aquellos que tienen cerca a personas que los sufren. Si tienes una lista de metas o de cosas que te apasionan, aunque sean pocas, de esas que necesitas cumplir antes de que el año termine, o de cumplir los cincuenta, o de casarte y tener hijos, o incluso antes de morir, no esperes a que llegue un diagnóstico terrible para realizarlas. ¡Toma el control! Haz lo que tengas que hacer para llenar de alegría tu mente y tu corazón. Eres el protagonista de tu historia. Celebra la idea de abrazar la vida al máximo en compañía de tus seres amados. No permitas que los contratiempos hagan de ti una víctima. Nunca he sentido lástima de mí misma, y esa ha sido una de mis técnicas de salvación (¡después, claro, del champán —mucho y mucho champán—!). Deja ir tus miedos, atrévete a soñar y abraza tus pasiones, sean cuales sean. Cuando dejas de preocuparte por lo que podría pasar, por lo que piensan los demás y te concentras en crear tu futuro, a menudo se presentan oportunidades que no habías previsto. Y a veces, esas oportunidades pueden llevarte en una dirección que nunca hubieras podido prever… pero compartiré mucho más sobre esto más adelante.

Lo cierto es que vivo cada día reconociendo de que mi vida tiene una fecha de expiración amenazante. Algunos doctores piensan que no es una cuestión de si mi cáncer reaparecerá, sino de cuándo. De manera que, en el ahora, en el momento presente, y durante esta vida, elijo mi voz interior y vivir y amar con todas mis fuerzas. Y lo mismo debes hacer tú. Nada debe desviarte de tus metas, tus sueños ni tus propósitos. Hay siempre —¡siempre!— muchísimo más que vivir, que amar, que aprender y que crear.