La hija olvidada (Daughter’s Tale Spanish edition)
Verano, 1939
Mi pequeña Viera:
Solo han pasado horas y mamá te extraña. Las horas son días, semanas, meses para mí, pero quiero que sepas que te tengo muy cerca. Nos separa el océano, aunque sé que me escuchas en las noches, tus noches, que son mis amaneceres, cuando te canto al oído y te leo las páginas de nuestro libro de botánica favorito.
Tú eres como esas flores de climas fríos que deben aprender a sobrevivir en una isla, en tierra húmeda y bajo la intensidad del sol. Tú necesitas la luz para vivir y allá no te faltará. Será penetrante, pero no le temas, porque sé que crecerás y te harás cada vez más fuerte.
Tu hermana te extraña. Cuando nos acostamos a dormir, me pide que le cuente historias de ti y de nuestros días felices cuando éramos una familia. Sé fuerte, sigue siempre al sol y crece, para que cuando nos volvamos a encontrar, porque nos volveremos a encontrar, podrás correr hacia nosotras y abrazarnos, como lo hicimos en el puerto, al pie de aquel barco enorme.
Mi Viera, quiero que sepas que mamá, aunque esté lejos, te cuida. Cuando tengas miedo, cuenta los latidos de tu corazón para calmarte, como te enseñó papá. Tu hermana es también ahora una
experta. Recuerda, primero son rápidos, pero cuando empiezas a enumerarlos, descubrirás el silencio entre latido y latido. El miedo se aleja en la medida en que el espacio crece entre uno y otro. No lo olvides, mi pequeña.
Todos los viernes enciende dos velas, cierra los ojos y piensa en nosotras. Estamos contigo.
Todo mi amor,
Mamá